La llamada – Crítica de cine

Opinión personal:

Sonreír a la vida, ser feliz y no dejar que la sociedad te encasille son los principales consejos que recibirás de esta maravillosa historia de pinceladas religiosas. 

Me encantó. Tuve la oportunidad de ver esta película el año pasado y directamente se coló entre mis favoritas. Cuenta con fuerza, gracia y originalidad para dar un repaso monumental a cada uno de nuestros miedos.

La historia nos presenta a María, una joven un tanto rebelde cuyo objetivo en la vida es triunfar con su amiga Susana como cantantes de un grupo electrolatino. De fiesta en fiesta y con pastillas por medio, estás chicas andan un poco perdidas y lo que menos nos pegará es verlas pasar el verano en un campamento de monjas.

Sin embargo, la vida de María está a punto de cambiar. Pues un día se le aparecerá Dios cantándole un tema de Whitney Houston y la hará reflexionar sobre el rumbo que debería llevar su vida. Sobre quién es realmente.

Sí. Con esta premisa os dejo que penséis que estoy loca, pues es increíble que el proyecto viese la luz. Pero es que no solo vio la luz, es que los Javis (Javier Castillo y Javier Ambrossi) dieron un pelotazo con su primer largometraje.

Debemos recordar que esta historia se conocía en 2013 gracias a una obra de teatro que llenó salas en multitud de ocasiones. El público no dejaba de crecer y repetir ese momento mágico en el que se sumía. De este modo, la obra creada por los Javis terminó convirtiéndose en una de las citas obligatorias para los amantes del teatro en Madrid.

Lamentablemente, no he tenido la oportunidad de ver la obra teatral, pero sí que os puedo decir que lo que genera este largometraje es algo alucinante. Su fuerza, determinación y rechazo a los tabúes la ha hace única. Pero, no solo eso. Creo que el éxito se consolida a raíz del inmejorable reparto que da vida a los personajes.

La llamada cuenta una historia divertida y, aparentemente, disparatada que hará brillar a las cuatro actrices principales. Macarena García destaca por su naturalidad y su capacidad vocal, Belén Cuesta logrará hacernos reír a carcajadas con su peculiar acento andaluz y Gracia Olayo se posiciona como la madre de todas que, pese a que quiere ir de persona “moderna” todavía le queda algún que otro asunto del que escandalizarse. Sin embargo, mi favorita por excelencia es Anna Castillo, quien se come la cámara. Su interpretación es tan real que el diálogo parece escrito directamente para ella.

Hablando de diálogo, es una gozada el que nos ofrecen en esta película. Estudiado al milímetro, se nota el rodaje que lleva la trama desde sus inicios en el teatro y se adaptan con naturalidad y elegancia. Directo, fresco y totalmente creíble nos hará pasar por el drama interno de estas mujeres con un toque de humor que adornan con canciones que encajan como anillo al dedo, pues no olvidemos que nos encontramos frente a una comedia musical.

Los espacios están tan bien reflejados que nos sentiremos parte del campamento. No contamos con efectos especiales que nos sorprendan, pero es que la película no los necesita en sí. No salimos del campamento en todo el film y, aun así, la película no se me hizo nada pesada.

Es genial ver la evolución de cada una de ellas, ver cómo adoptan su papel con maestría, cómo lo hacen tan suyo que seremos testigos de ese duelo interior que se bate en ellas entre el “qué soy”, el “qué quiero” y el “qué dirán”.

Te impregna de buen rollo entre su amplio repertorio musical, en el que podremos encontrar desde electro latino a Whitney Houston. Además, con toda la sencillez del mundo se abordan temas como la sexualidad, las drogas y el sexo juvenil en un entorno religioso con unas monjas tolerantes y que cambiarán la visión que tenía más de uno sobre la Iglesia Católica española.

Sin lugar a dudas, me enamoró. Me reí a carcajadas, adoré a cada uno de sus personajes y me fascinó la idea de este par de directores que, a su corta edad, han demostrado tener talento y un ojo especial para capturar la esencia del mundo que nos rodea.

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