Después de la muerte de su esposo, Norma Bates compra un motel en la pintoresca ciudad costera de White Pine Bay, ella y su hijo adolescente Norman se dan la oportunidad de comenzar de nuevo. Sin embargo el pueblo no es tan tranquilo como parece.
1º Razón:
El misterio. La serie se mantiene en un tono oscuro y desconcertante donde comprendes lo que está ocurriendo con el paso de los episodios, pero aun así no pierde el factor sorpresa. La trama siempre consigue darnos sorpresas y dejarnos boquiabiertos en un sin fin de vaivenes.
2º Razón:
Los personajes. Cargados de matices. Sencillamente es lo mejor de la serie. Ir descubriendo a Norman y Norma Bates a lo largo de las cinco temporadas es algo sencillamente especial. Me fascinó la humanidad que poseen, el peso que llevan sobre sus hombros y el modo en el que afrontan cada uno de sus problemas. Es imposible no detenerse a analizarlos o incluso intentar justificarlos.
3º Razón:
La relación madre e hijo. Brutal. Es el hilo conductor de la serie, ¿hasta dónde sería capaz de llegar una madre por un hijo o un hijo por una madre? Os invito a descubrirlo. No tiene desperdicio alguno.
4º Razón:
El reparto de actores. Es perfecto, no se me ocurre nadie mejor que Vera Farmiga para ponerse en la piel de esta madre desesperada que solo quiere proteger a su hijo y por ello es incapaz de ver el calvario que se extiende frente a sus ojos. Por otro lado, nadie mejor que Freddie Highmore para reflejar el desconcierto, confusión e inestabilidad de un adolescente con graves problemas psicológicos.
5º Razón:
Adictiva. La serie cuenta con sus altos y bajos, sobre todo en la segunda temporada, pero una vez alcanzas la cuarta comienza una carrera cuesta abajo y sin frenos. Resulta imposible dejar de ver un episodio tras otro hasta alcanzar el final.
Si os animáis a sumergiros en esta historia, os informo de que está completa en Netflix.
Os dejo aquí la crítica completa.