El mundo sobrenatural me apasiona, sobre todo cuando en las historias se encuentra ese debate en el que no sabemos si lo que nos encontramos es real o es producto de nuestra imaginación. La lucha entre lo sobrenatural y la razón es una batalla que lleva librando desde los inicios y siempre quedan dudas y “cosas” que no tienen respuesta.Eso es, en esencia, lo que nos encontraremos en The Haunting, la novela de Shirley Jackson.
Era una casa abominable. Sintió un escalofrío y pensó: Hill House es un sitio atroz y enfermizo; sal de aquí inmediatamente.
Este libro llegó a mi hace unos meses de casualidad. Siempre me ha llamado la atención esta historia, pues en su momento disfruté de la versión cinematográfica de Jan De Bonty recientemente lo hice de la serie que nos regaló Netflix: La maldición de Hill House (cuya crítica podréis encontrar —aquí—). Ambas adaptaciones distan mucho de la novela original de Shirley Jackson. En la película podemos encontrar un argumento quizás más fiel, pero termina comercializándose hasta perder el encanto y el verdadero mensaje de la autora; en la serie de Netflix tampoco nos encontramos con un argumento fiel, no obstante, en este caso, la trama es una verdadera joya.
Pero el tema que nos trae hoy aquí es el libro, esta novela de 1959 que me ha dejado eclipsada.
La historia comienza cuando el doctor Mortague invita a tres peculiares personas a que lo acompañen en su estancia en Hill House para hacer una especie de estudio sobre el miedo. Según nos dicen, esta casa no es que esté encantada, es malvada y su antigua historia la posiciona como un personaje más al que no dejaremos de ir conociendo página a página.
La ambientación de la novela es una auténtica gozada. La autora sabe pasearnos por los largos pasillos e introducirnos en las habitaciones contagiándonos del temor interno que sufre cada uno de los personajes. Los altos techos, los rincones oscuros, puertas que se cierran solas, puntos fríos sin explicación alguna o la mera impresión que producía la fachada eran obras de arte. No exagero cuando digo que la mansión en sí es un personaje y, desde luego, mi favorito.
—El miedo —replicó el doctor— es el abandono de la lógica y de la razón. O cedemos ante él o luchamos contra él, pero no valen medias tintas.
El resto de personajes también están perfilados al dedillo, aunque la autora no apuesta por unos protagonistas comunes. Estas personas muestran su egoísmo y su falta de tacto en más de una ocasión, aunque siempre seremos conscientes de que su forma de ser está definida por sus fantasmas internos: son personas que todavía no han encontrado su lugar en el mundo y el miedo al rechazo o a no encajar los hace esquivos.
El personaje principal, a través del cual seguimos la historia, es Eleanor. Esta mujer tiene una pesada carga de la que no ha conseguido librarse pese a que su vida ha cambiado. Está realmente trastornada por el pasado y eso la hacen tímida en exceso y más vulnerable que el resto a los extraños acontecimientos que surgen en la casa. Veremos cómo su opinión cambia de manera radical de un segundo a otro, siendo difícil seguir sus pensamientos sin perdernos. Ella tiene que reinventarse a sí misma, pero ¿será capaz de hacerlo? ¿Es ese el lugar adecuado para ello?
No nos encontramos frente a una novela de terror. Si eso es lo que estás buscando, puede que te sientas un poco decepcionado al alcanzar el final. Más bien viviremos los miedos de cada uno de los protagonistas magnificados por un entorno que derrocha oscuridad e incógnitas.
Incógnitas fueron las que me quedaron al llegar a la última página, por un momento sentí que mi novela no estaba completa y es que la autora juega con nosotros hasta el último momento en una especie de terror psicológico que nos hará cuestionarnos qué es y qué no es real.
Ningún organismo vivo puede mantenerse cuerdo durante mucho tiempo en unas condiciones de realidad absoluta; incluso las alondras y las chicharras, suponen algunos, sueñan. Hill House, nada cuerda, se alzaba en soledad frente a las colinas, acumulando oscuridad en su interior; llevaba así ochenta años y así podría haber seguido otros ochenta años más.
La pluma de Shirley Jackson es magnífica. Nos sumerge en unos diálogos estudiados al milímetro con toque irónicos, juguetones y espeluznantes. Sus descripciones nos llevarán a recorrer cada espacio como si de una película se tratase y, aunque es corta, no nos encontramos frente a una lectura ligera. Lo primordial es abrir la mente, acomodarnos y saborear cada una de las palabras que forman esta magnífica y terrorífica historia.
Vista previa | Producto | Valoración | Precio | |
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Shirley Jackson (San Francisco, 14 de diciembre de 1916; North Bennington, 8 de agosto de 1965) fue una escritora estadounidense especializada en el género de terror. Ha sido popular toda su vida y su trabajo ha recibido una atención crítica cada vez mayor en los últimos años. A pesar de que Jackson afirmó que nació en 1919 debido a las presiones sociales para casarse con un hombre más joven, según los certificados de nacimiento, nació en 1916.4 Nacida en San Francisco, hija de Leslie y Geraldine Jackson. Ella y su familia vivían en la comunidad de Burlingame, California, un suburbio acomodado de clase media que aparecería en su primera novela, The Road Through the Wall.
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