Greendale se prepara para el eclipse de la noche de Halloween. Sabrina se enfrenta a una decisión crucial. Harvey hace una inesperada declaración.
Un arranque potente que deja en el tintero a algunos personajes, aunque vuelve a contar con ese gancho que atrapa a los espectadores a la pantalla.
Os dejo por aquí la reseña de la —primera temporada— y —segunda temporada— por si todavía no vais al día. Cuidado a partir de aquí: SPOILERS.
La trama arranca con fuerza. El objetivo principal de Sabrina es rescatar a Nick, lo cual termina de ramificar las ramas de la historia colocando a Sabrina en una posición complicada al tener que reclamar el trono del infierno.
Eché en falta esa constante de ritmo que encontré en la temporada pasada, desde luego la segunda sigue siendo mi favorita. Aquí veremos como la trama va dando giros sobre sí misma con un objetivo del cual van saliendo ramas que ir abordando gracias a las cuales seguimos teniendo en cuenta al resto de personajes.
Hablando de los personajes, ese fue uno de los fallos principales que encontré. Me explico, la caracterización de ellos sigue siendo brutal. Derrochan un carisma único y especial que les hace tener su hueco en la serie. Sin embargo, en esta tanda de episodios he sentido que las diferentes situaciones eran las que provocaban que ellos saliesen en escena. Era como que no se les requería. Sin ir más lejos, las tías de Sabrina pasan a un segundo plano que apenas requiere de nuestra atención.
El infierno se posiciona como uno de los escenarios principales de la trama. El papel que Sabrina deberá jugar en él es esencial para el futuro de sus amigos y la vida en la tierra, pero, a pesar de que tiene todo a favor para proclamarse reina, deberá disputar el trono con una serie de pruebas que darán juego en cada uno de los episodios.
La ambientación es algo que se vuelve a superarse. Demonios, brujas, seres mitológicos, el infierno, la academia, el terreno de los mortales… Todo cuenta con una chispa diferenciable que se va oscureciendo conforme cambiamos de plano. La trama sigue siendo oscura y no podremos olvidarnos en ningún momento que está recomendada para mayores de 16 años, pues, aunque sigue contando con ese aire de cómic, tiene escenas crudas y fuertes que siguen manteniendo su esencia.
Eso sí, Salem sigue sin hablar. Esperemos que, aparte de darle escenas y un sentido claro de que puede comunicarse con los personajes, nos encontremos con algún hechizo que le de voz y todos podamos escucharlo. Ansiosa por adentrarme en los capítulos que conformen la cuarta temporada, pues con un final como este, creo que tendremos mucho para disfrutar.
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