La vida del exitoso empresario Adrián Doria se vuelve una pesadilla cuando una mañana se despierta en una habitación de hotel junto al cadáver de su amante. Él está convencido de su inocencia, pero las pruebas demuestran lo contrario. Después de que su esposa lo abandone, Adrián contrata los servicios de Virginia Goodman, la mejor preparadora de testigos del país. Asesora y cliente deberán trabajar para encontrar la manera de demostrar la inocencia de Adrián.
Mario Casas protagoniza un thriller donde un asesino se desvanece en el aire dejando unos hilos difusos por los que el espectador podrá ir desenredando el embrollo.
En esta ocasión la historia nos presenta a Adrián Doria (Mario Casas), un exitoso empresario que se convierte en el acusado principal de un asesinato, pues el cadáver pertenece a su amante, Laura (Bárbara Lennie). Todo está en su contra, pese a que se declara inocente, las pruebas lo señalan y la aparición de un testigo de última hora hace peligrar su libertad.
Dispuesto a todo por demostrar su inocencia, contratará los servicios de la mejor preparadora de testigos del país, Virginia Goodman (Ana Wagener). Juntos trabajarán durante una larga noche en la que poco a poco irán saliendo a relucir secretos en un vaivén de giros que logrará mantener al espectador pegado a la pantalla.
Contamos con un guion notable, aunque sí que es cierto que se nos escapan algunos detalles que no terminan de encajar, en mi caso no les di demasiada importancia. Saben hacerlo para llevarnos por donde quieren otorgando las pausas adecuadas y subiendo el tono en los momentos precisos en los que el estrés aumente.
Con respecto a la ambientación está representada con maestría. La fotografía cuenta con fuertes contraluces que van desde los tonos más fríos en los momentos que se refieren a recuerdos a tonos ocres para el presente. Sin embargo, lo que más llamó mi atención fue la clara diferencia que apreciábamos entre una vida y la otra de nuestro protagonista, pues nada tiene que ver la tranquilidad de la montaña a la vida sofisticada y llena de lujos que lleva en realidad.
Hacer especial mención a la banda sonora de Fernando Velázquez, quien sabe poner la nota perfecta para generar esa tensión que consigue hacernos morder las uñas.
Sobre José Coronado y Ana Wagener no tengo mucho que decir. Su trabajo es exquisito, al igual que en otras producciones.
Mantenernos alerta mientras vamos montando o desmontando el rompecabezas previo, es una hazaña. Recomendaría esta película por muchas cosas, entre ellas destaca el reparto, la forma en que se desarrollan los hechos y los constantes giros. ¿Qué tiene algún hilo suelto? No es perfecta, pero atrapa, entretiene y sorprende.
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¿Qué hilo queda suelto?