Gracias a SALAMANDRA, por este ejemplar.
Tras haber desenmascarado al asesino de la quiche letal, la fortuna parece sonreír a Agatha Raisin. Aceptada por la pintoresca comunidad de Carsely, y felizmente acompañada de sus dos gatos, su vida transcurre sin otro objetivo que doblegar la indiferencia de James Lacey, militar jubilado por el que Agatha siente verdadera devoción.
Un interés que parece evaporarse cuando aparece en escena Paul Bladen, el nuevo veterinario del pueblo, que no se muestra ajeno a sus encantos. Sin embargo, el hombre sucumbe a una inyección destinada a un caballo de carreras, y aunque todo apunta a un accidente, Agatha cree que se trata de un crimen. Ante la sorpresa de los lugareños, el coronel Lacey comparte, por una vez, la hipótesis de su tenaz vecina, hasta el punto de embarcarse con ella en una investigación mucho más peligrosa de lo que ambos habrían podido imaginar.
Hoy continuamos con las aventuras de Agatha Raisin, una historia original y divertida. Se trata de una vuelta de tuerca a las novelas de misterio que nos enganchará a los habitantes de esta campiña inglesa y en especial a su autora.
«Lo imposible estaba a punto de ocurrir. Iba a pasar una tarde con James Lacey.»
Agatha Raisin y el veterinario cruel, de M.C. Beaton, es la segunda entrega de esta colección de historias que pueden leerse de forma individual. Los casos se resuelven, aunque la vida de los personajes continúa y se va perfilando conforme avanzan los libros, por ello os recomiendo ir leyendo en orden.
Recordemos que la premisa es la siguiente: Agatha Raisin es una mujer que decide jubilarse con premura para cumplir su sueño de vivir en un pequeño pueblo de Londres. Ella está acostumbrada a ser el centro de atención y su nueva vida no es lo que esperaba. Sin embargo, termina enamorada de un militar jubilado, Lacey, quien inténtela rehuirla a como de lugar. No obstante, poca gente dice que no a Agatha.
En esta continuación, Agatha decide planear unas vacaciones para perseguir a su querido Lacey, sin embargo, a última hora, este militar retirado decide cambiar el rumbo para perderla de vista. Decepcionada, Agatha no perderá la oportunidad de acercarse al nuevo veterinario que llega al pueblo.
Se trata de un hombre súper atractivo que vuelve locas a todas las mujeres del pueblo, pero no olvidemos quién es Agatha, a ella nadie le hace sombra. Decide llevar a su gato, aunque al animal no le pasa nada, y siente como el veterinario cae en sus redes.
«Vaya, parece que a todos les ha dado por darme la espalda, pensó Agatha. Pero ha algo que está claro: nuestro veterinario era un mujeriego. Si pudiera probar que no fue un accidente, que se trató de un asesinato, ¡seguro que todos me tomarían en serio!»
El problema es que el veterinario aparecerá muerto y, pese a que todo indica que se debe a una causa natural, Agatha comenzará a investigar. Lo mejor de todo llegará cuando alguien se una a esa investigación, alguien que lleva tiempo rehuyendo a Agatha: Lacey. ¿Lograrán entenderse para resolver el caso?
Volvemos a disfrutar de una historia de lo más divertida. La protagonista te puede caer mejor o peor, porque tiene su miga, sin embargo, considero que muestra una gran evolución. Aunque esta evolución no tiene mucho que ver con sus dotes detectivescas, ¡es un completo desastre! Y esto es lo que la hace única, no la encontrarás sumergida en ninguna situación que no sea propia de ella. Carece de filtros y nos se detiene ante nada.
El misterio se va desarrollando sin prisa, pero sin pausa. Pese a ser una novela súper finita, se disfruta de lleno porque está repleta de detalles y los personajes que habitan en este pueblo no dejan de crecer.
La pluma de la autora es ligera y súper adictiva. Sí es cierto que algunas descripciones podrían resumirse, aunque es algo en lo que se nota la mejora con respecto al primer libro.
«Agatha estuvo a punto de exclamar: «Entonces sí crees que fue un asesinato», pero optó por guardar silencio con la esperanza de que siguieran más días de investigación compartida.»
Estoy deseando continuar con esta serie de libros, porque si Agatha ha descubierto su pasión por resolver crímenes, yo he descubierto la mía observando el proceso.
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