Gracias a Planeta, por este ejemplar.
Leah está rota. Leah ya no pinta. Leah es un espejismo desde el accidente que se llevó a sus padres.
Axel es el mejor amigo de su hermano mayor y, cuando accede a acogerla en su casa durante unos meses, quiere ayudarla a encontrar y unir los pedazos de la chica llena de color que un día fue. Pero no sabe que ella siempre ha estado enamorada de él, a pesar de que sean casi familia, ni de que toda su vida está a punto de cambiar.
Porque ella está prohibida, pero le despierta la piel.
Porque es el mar, noches estrelladas y vinilos de los Beatles.
Porque a veces basta un «deja que ocurra» para tenerlo todo.
Siempre he comparado las historias de Alice Kellen como si fuesen un dulce caramelo que saborear página tras página, y me reafirmo en lo dicho, pues con su última novela “Todo lo que nunca fuimos” volví a tener la misma sensación: dulce durante el proceso y amarga tras el final. Todo lo bueno se acaba.
Pero antes de continuar con la lectura ábrete en una pestaá nueva la reseña de Todo lo que somos juntos. Es la segunda parte de la saga y esa es nuestra reseña 🙂 Ahora si, al lío...
"Era como si no recordase cómo ser feliz. ¿Se podía aprender a serlo?"
En esta historia conoceremos a Axel y a Leah, dos almas perdidas que están por descubrir lo que realmente necesitan en sus vidas.
Ella es una joven de 19 años marcada por la tragedia de haber perdido a sus padres. Su vitalidad, su energía… Su duende, muere en ese mismo accidente. Se le ha olvidado sonreir, ha dejado de lado sus sueños y lo único que hace es respirar para que su corazón siga latiendo, pero manteniéndolo oculto para que no sienta nada.
Él es un chico más adulto. A sus 29 años vive independizado, disfruta de su soledad y se acerca a las chicas sin más pretensiones que pasar un buen rato. Como si de su propia familia se tratase, Axel sufre la pérdida de los padres de Leah, es un duro golpe lo que azotó a esa familia que tan allegada es a la suya. Por eso, no puede negarle nada al hermano mayor de la chica, Oliver, quien es para él como su hermano y le pedirá que cuide de Leah mientras se marcha a trabajar un año fuera.
Axel abre las puertas de su casa a esa joven que siempre ha visto como su hermana pequeña, sin embargo, pese a ser consciente de lo cambiada que está ella tras el accidente, vivirlo en primera persona es un shock. Siente que echa de menos su espontaneidad, extraña su talento a la hora de pintar y daría lo que fuera por verla sonreír. Lo que Axel no espera es que en el intento de hacerla despertar de esa eterna pesadilla muchos otros sentimientos también se despertarán en él.
"—El presente. Puedes seguir reteniendo recuerdos, eso no es malo, ni tampoco pensar de vez en cuando en el futuro, pero la mayoría del tiempo la mente no debería estar ni en algo que ha pasado ya ni en algo que no sabemos si pasará, sino aquí, en el ahora."
Como os digo: puro sentimiento. La prosa de esta autora es capaz de traspasar las páginas para darnos directamente en el corazón. Encontraremos decenas de frases que merecerían ser enmarcadas y es que vida solo tenemos una y por duro que nos golpee la vida siempre tenemos que volver a ponernos en pie.
Los personajes son pura delicia. Están perfectamente pincelados, cuentan con ese toque real que nos hace verlos y sentirlos como si pudiesen ser parte de nuestro propio círculo de amigos. Los diálogos tendrán esa chispa sexy y juguetona que ya he visto en otras novelas de la misma autora y es algo que me encanta.
Por añadirle un “pero”, sin caer en el temido spoiler, es que, hacia el último tercio del libro, la historia se me vuelve un poco repetitiva en el modo en el que reaccionan los personajes o el hecho de cómo solucionan los problemas o afrontan las inseguridades. Sin embargo, siempre aparece alguna frase estelar que te hace amar lo que estás leyendo.
"Supongo que, de algún modo, la vida consiste en intentar saltar todos los baches que aparecen y pasar el menor tiempo posible tirado en el suelo sin saber cómo levantarte."
La ambientación es una auténtica gozada. Pasear por cada rincón de la casa de Axel, compartir con ellos las cenas en esa terraza que parece el refugio ideal, los paseos por las preciosas playas o el contacto con el mar… La intención de nuestro protagonista es volver a traer a la vida a Leah y termina regalándonos a los lectores un trocito de una nueva vida que nos encantaría disfrutar.
La pluma de Alice Kellen no es sencilla, es mágica. Es increíble el modo en el que narra los sentimientos. La forma en la que nos expresa tanta sabiduría en un montón de momentos que nos arañan el corazón y nos hacen seguir creyendo en el amor infinito, en las segundas oportunidades a la vida y en todo lo que se puede lograr con tan solo una sonrisa.
Alice Kellen nació en Valencia en 1989. Es una joven promesa de las letras españolas que acostumbra a vivir entre los personajes, las escenas y las emociones que plasma en el papel. Es autora de las novelas Sigue lloviendo, El día que dejó de nevar en Alaska, 33 razones para volver a verte, 23 otoños antes de ti, 13 locuras que regalarte, Llévame a cualquier lugar, El chico que dibujaba constelaciones, la bilogía Deja que ocurra: Todo lo que nunca fuimos y Todo lo que somos juntos, Nosotros en la luna y Las alas de Sophie. Es una enamorada de los gatos. Y adicta al chocolate y a las visitas interminables a librerías. @AliceKellen_
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Si soy sincera, este libro es de los peores que he leído en mi vida. Me hubiera gustado muchísimo más si Axel hubiera llevado a Leah a terapia y que se vieran cambios positivos gracias a un especialista y a un amor sano, lo cual Leah y Axel no tienen. En este libro nos plantean una mentira sobre el amor, el amor no es la relación de Axel y Leah, eso es una dependencia emocional, el amor es respeto y en ningún momento mientras leía vi que había respeto; el amor es confianza, la cual tampoco estaba, lo único que logré percibir es el deseo y nada más.
Holiiii, se puede enfocar de varios modos eso es cierto. Pero creo que no lo piensan, sucede y es ese sentimiento el que la hace avanzar. Un saludito!
A mi en lo personal me gustó mucho esta bilogía, la recomiendo; sentí que Leah progresó a su manera y que Axel hizo lo que pudo para ayudarla, de la forma que el sabía. Por lo tanto, me gustó la naturalidad de los personajes ya que ambos son imperfectos y cada uno tiene sus personalidades, razones, experiencias y formas de pensar diferentes.
Tiene momentos que son una delicia ^^