Romina Russell llega esta semana a 'cartas de autor' y nos deja unas palabras contándonos cómo nació la saga que toma por nombre 'Zodíaco'.
Es un auténtico placer poderos traer unas palabras de la autora que está moviendo masas gracias a una saga llena de magia, acción y que nos presenta a unos personajes realmente entrañables. Como ya sabéis me refiero a Romina Russell quien en breve lanzará su segunda entrega de la saga Zodíaco.
Romina nos contará en su carta los comienzos y cómo nació esta maravillosa historia. Además, al final del artículo podréis leer un trocito de el prólogo de Estrella errante, un libro que todos los seguidores de la historia esperamos con ansia.
Zodíaco ha sido publicado por la editorial Del nuevo extremo y será esta misma editorial quien se encargue de publicar Estrella errante próximamente.
Aquí os dejamos las maravillosas palabras que la autora ha regalado a Entre Metáforas.
Zodíaco es una serie que toma lugar en un universo basado en los signos astrológicos. La protagonista es la joven Guardiana de la Casa Cáncer que descubre un antiguo mal en las estrellas y trata de convencer a los otros Guardianes de su existencia y el peligro que les aguarda.
Siempre quise escribir un libro de ciencia ficción, pero como no contaba con talento de científica ni de matemática, necesitaba cruzar ciencia ficción con un género que me permita más flexibilidad, como la fantasía. Fue mi editora—una amiga mía de la facultad—a la que se le ocurrió cruzar astronomía con astrología y ahí nació la idea de Zodíaco.
Para crear la serie, lo primero que hice fue desarrollar las trece Casas del universo—tuve que decidir como son los planetas y la gente, cómo funciona el gobierno y los sistemas de transportación, la religión y la cultura, etc. Me gusta empezar con el desarrollo del mundo porque como dijo el gran filósofo Alan Watts, no nacemos a la Tierra, sino de la Tierra. El mundo existe antes que nosotros, y por eso el personaje principal nace después.
Las Casas que visitamos en Zodíaco, aunque sean fantasiosas, presentan muchos paralelos con el mundo actual. Para mí, más allá de la astrología, Zodíaco es una exploración sociológica sobre una colección de culturas que comparten el mismo universo y deberían ser unidas, pero que se encuentran divididas por sus diferencias. Si suena familiar es porque lo es: las diferentes comunidades de nuestro propio planeta suelen olvidarse que somos todos parte de algo mayor.
Cuando me puse a pensar en la heroína ideal, pensé que el tipo de líder que necesitaría el Zodíaco para unirse y sobrevivir el peligro no sería un ser poderoso físicamente ni intelectualmente: músculos y estrategias ganan guerras, pero para cambiar corazones se necesita un arma más poderoso. Se necesita un líder que pueda inspirar la esperanza de un mañana mejor.
Rho no sabe cómo usar una espada, ni tiene habilidades mágicas: ella tiene un solo poder, y es el mismo poder que tenemos vos y yo—su voz.
Había 13 Casas en la Galaxia del Zodíaco.
Ahora solo quedan 12…
Rhoma Grace, una estudiante de 16 años proveniente de la Casa de Cáncer, tiene una forma inusual de leer las estrellas: indaga historias en el cielo en vez de seguir los pasos para realizar predicciones certeras. Y no puede resolver la incógnita ni para salvar su vida.
Cuando una violenta explosión desalinea la luna de Cáncer, matando a miles de ciudadanos, incluyendo a su amada Guardiana, Rho es la mayor sorprendida al ser nombrada como la nueva líder de su Casa. Pero, como una auténtica canceriana, ama su hogar con uñas y dientes y acepta proteger a su gente pase lo que pase.
Las catástrofes no se detienen en Cáncer. Cuando Casa tras Casa cae víctima de anormales accidentes meteorológicos, Rho empieza a sospechar que Ocus, el exiliado decimotercer Guardián de la leyenda, ha regresado para hacer cumplir su venganza a lo largo del Zodíaco. Ahora Rho ‒junto a Hysan Dax, un joven enviado de la Casa de Libra, y Mathias, un comandante de la guardia canceriana‒ deberá viajar a través de la galaxia para advertir al resto de los Guardianes.
¿Quién creerá lo que diga esta joven sin experiencia? ¿Y en quién podrá confiar Rho cuando el mundo se define por sus diferencias?
Escena en exclusiva de Estrella errante
Cuando pienso en mamá, pienso en el día que nos abandonó. Hay decenas de recuerdos que aún me acechan, pero ese es siempre el primero en emerger a la superficie, haciendo naufragar con fuerza todo el resto de mis pensamientos.
Recuerdo haber sido consciente de que algo andaba mal cuando lo que me despertó fueron los rayos de Helios y no el silbato de mamá. Todos los días amanecía con el toque grave de la caracola negra que papá le había encontrado a mamá en la primera cita; la conservaba escondida en el cabello, bajo las largas mechas recogidas, y solo se la quitaba para nuestro entrenamiento diario.
Pero aquella mañana amaneció sin anuncio alguno. Trepé fuera de la cama, me puse el uniforme del colegio y busqué a mis padres en la cabaña. La primera persona que vi fue a Stanton. Estaba en su habitación del otro lado del corredor, con la oreja pegada a la pared.
—¿Por qué estás…?
—Shhh. —Señaló la grieta en la pared de arena y caracolas marinas. Por ahí podíamos escuchar lo que sucedía en la habitación de nuestros padres—. Algo está pasando —gesticuló con la boca.
Me quedé quieta como me lo pidió, esperando la siguiente señal de mi hermano mayor. Stanton tenía diez años, así que asistía a un colegio en una ciudad vaina junto con nuestra vecina Jewel Belger. La madre de ella llegaría en cualquier momento para recogerlo, y Stanton seguía en pijama.
Los segundos de silencio fueron una agonía, durante los cuales imaginé todas las situaciones posibles: mamá podría haber sido diagnosticada con una enfermedad terminal o papá podría haber descubierto una perla de valor incalculable que nos haría ricos. Cuando al fin Stan se apartó de la grieta en la pared, me arrastró al corredor justo cuando mamá salía de su dormitorio hecha una tromba.
—Stanton, ven conmigo, por favor —dijo mientras pasaba a su lado dando grandes pasos. Últimamente, cada vez que ella y papá se peleaban, buscaba consuelo en mi hermano. Stanton se precipitó tras ella, y aunque me moría de ganas de seguirlos, sabía que mamá no estaría de acuerdo. Si hubiera querido que la acompañara, me lo habría dicho.
Observé a través de una de las tantas ventanas de la cabaña cómo mamá lo conducía a Stan a la sala de lectura acristalada que papá le había construido a orillas de la laguna interna, cerca de sus nar-mejas.
Se trataba de una versión en miniatura del domo de cristal en Elara; a lo sumo entraban tres personas. Había observado a mamá entrar allí todas las noches. Detrás de las gruesas paredes podía ver su figura desdibujada en sombras, mientras leía su Efemeris a la luz de las estrellas.
¿Os habéis sumergido ya en el universo de Zodíaco? ¿No os morís de ganas por leer Estrella errante?
Avisamos desde aquí a todos los autores que quieran publicar sus cartas en Entre Metáforas, que nos envíen un e-mail a duna86ms@gmail.com