La capacidad de escritura es una de las características propias del ser humano, la cual representa el desarrollo intelectual que nos ha marcado desde el inicio de los tiempos. A lo largo de la historia, los textos han sido clave para todo tipo de fines: educativos, informativos, artísticos, de entretenimiento… De este modo, hablamos de un ámbito estrechamente ligado con el día a día del conjunto de la sociedad y, como tal, merece la pena conocer cuáles son las diferentes clases de textos que existen. Una información de valor que nos permitirá sacar punta a cada palabra que escribimos en los distintos contextos en los que nos vamos encontrando.
Cuando pensamos en un texto, automáticamente nos viene a la mente una novela. Un libro con cientos de páginas del que disfrutamos siempre que tengamos algún rato libre. Sin embargo, esto no es más que un ejemplo de los muchos tipos de textos que hay, concretamente el literario. Una categoría vinculada al ámbito artístico que, siempre y cuando tenga todo lo que tiene que tener un texto literario, será una representación de la capacidad del ser humano de crear maravillas solo con su mente y sus manos.
Ahora bien, más allá de los cuentos, los microrrelatos, la poesía o la dramaturgia -todos ellos literarios-, existen muchos otros tipos de textos que nos rodean en el día a día. Dentro de este prisma de cotidianidad, merece la pena hablar de los textos periodísticos, sirviendo para que el conjunto de la población tenga acceso a temas de actualidad en aras de mantenerse al día. Muy cercanos a estos encontramos los textos informativos y los expositivos, los cuales tienen carácter objetivo para informar sobre algo en concreto. No como los textos argumentativos, puesto que estos se basan en teorías del redactor.
Por otro lado, también muy presentes en nuestra estructura social, encontramos aquel tipo de redacción orientada al ámbito de la enseñanza. En este punto es necesario hablar de algunos como los textos científicos, los humanísticos, los monográficos, los instructivos, los enciclopédicos o, por supuesto, los académicos. Diferentes formatos que están destinados a que alumnos o investigadores de todo tipo de materias reúnan los conocimientos que necesitan para lograr avances cognitivos en dichas áreas. Por lo general, el tono es impersonal, su lectura es complicada y se basan en un tipo de redacción más bien técnica.
Si bien es cierto que las categorías mencionadas hasta el momento son las más comunes en la vida de la mayor parte de la ciudadanía, es necesario señalar que quedan muchos otros formatos que de igual manera merecen nuestro interés. Estar en la continua búsqueda de nuestro desarrollo intelectual es algo que no podemos pasar por alto, puesto que el cerebro es un músculo que se debe trabajar durante toda nuestra vida. Por consiguiente, en lugar de quedarnos en la superficie de los textos previamente comentados, queremos ir un paso más allá y hablar de los otros que también envuelven nuestra realidad.
Los textos jurídicos, por ejemplo, son un axioma dentro de la estructura del bienestar, sirviendo para garantizar la igualdad entre las personas. Por otro lado, los textos bíblicos han fundamentado las bases de las diferentes culturas del planeta, haciendo que la religión construya muchas de las escalas de valores. Tampoco debemos dejar de lado uno de los textos que más crece en la actualidad: el publicitario. A través de subcategorías como los textos persuasivos, los apelativos, los funcionales o los digitales, se busca convencer al lector de que haga determinada acción -como lo es comprar un producto determinado-.
Así pues, son muchas las maneras que tenemos de redactar, abriendo un abanico de posibilidades a millones de profesionales de diferentes ramas laborales. Cada trabajo tiene su propio estilo de escritura y el primer paso para alcanzar la excelencia en esta práctica es conocer qué tipo de texto es el más adecuado en cada caso.
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