Vértigo. La adaptación de la novela juvenil de Jeanne Ryan nos pone al límite con una secuencia de pruebas que no son aptas para cardiacos.
La trama gira alrededor de un juego online donde los jóvenes se apuntan para ser o bien jugador o bien observador. Un observador pagará por ver las pruebas que realizan el resto y con su voto va decidiendo el camino de estos. Los jugadores se deberán enfrentar a una serie de pruebas que van complicándose hasta límites insospechados, pero… cuantos más seguidores, más probabilidades de ganar.
Desde un primer momento podrás vivir con Vee su proceso de iniciación en el juego, ya que toda esta historia ocurre durante una sola noche. No puedes pararte, no puedes pensar, solo puedes y debes actuar antes de que se acabe el tiempo. Estos son componentes que ayudan a que la película, lejos de ser frenética, tenga momentos de tensión bastante bien conseguidos, y todos en su justa medida. Han sabido reflejar el peligro dándole importancia a las escenas, o retos, que de verdad crean un peligro para el personaje, y hacen al espectador vivirlo con ellos.
El error principal que le veo a la película es el mismo que le vi en su momento al libro: el desenlace. En la novela —la cual os dejo la reseña aquí— nos encontramos con un final abierto que nos deja con ganas de más y demasiadas dudas en el aire. En el caso de la película, la cosa cambia para cerrar la historia, pero termina precipitándose. El final es rápido, tanto que nos deja con la misma sensación de ansiedad. Es como cerrar algo de pronto sin haber tenido la oportunidad de saborearlo tanto como nos hubiese gustado.
Nerve es una historia que trasmite un mensaje muy claro, la tecnología está comiéndose nuestras vidas, cualquiera puede adueñarse de nuestros datos, y eso es algo que no se encuentra tan lejos. Parece un mundo distópico alternativo, pero está muy próximo, y eso pretende trasmitirnos la película al final. La sensación al verla ha sido un poco mal rollista, el pensar lo que se puede generar con un simple juego en internet. Podríamos considerarlo una pequeña lección moral que aplicar en nuestro día a día.
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