John Thornton es un lobo solitario que no quiere vivir cerca de nadie. Es la década de 1890 y las salvajes tierras de Canadá y Alaska viven la fiebre del oro. Allí, en el Yukón, Thornton conoce a Buck, un perro que ha pasado de tener una vida doméstica y placentera a ser secuestrado para convertirlo en un perro de trineo por los buscadores de oro, que no tendrán ninguna compasión con él. A pesar de haber recuperado sus instintos primitivos después de haber sufrido, este perro único y singular se convertirá en el compañero de viaje de Thornton. Juntos vivirán una aventura irrepetible en el último rincón de la tierra, más allá de los mapas, para así llegar a donde nadie antes había llegado.
Hoy os traigo la crítica de ‘La llamada de lo salvaje’ una película preciosa protagonizada por Buck, un perrito adorable que nos va a llegar al corazón.
En esta película conoceremos la historia de un hombre mayor al que no le gusta estar rodeado de gente, como todos, tiene su porqué, pero no os lo contaré.
Vive alejado de todo el mundo y lo único que hace es escribir cartas. Un día, se cruza con Buck, un perro que anteriormente tenía una vida doméstica, pues vivía en casa y estaba acostumbrado a estar con personas, hasta que, es secuestrado y convertida en un perro de trineo.
En esta época en las tierras de Canadá y Alaska están viviendo la fiebre del oro, y hay muchas personas buscándolo, aunque sin éxito.
Buck, es comprado en un principio por un chico al que adora, y quien, le enseña a ser un perro de trineo, junto con sus compañeros reparten el correo. Pero, cuando cancelan este servicio, todos los perros son vendidos de nuevo a otra persona.
En este caso, la persona que compra los perros es un hombre miserable que solo ve la codicia de encontrar el oro y que maltrata a estos animales de infinitas maneras.
Cuando encuentra a Buck, consigue llevárselo consigo agotado, aunque no al resto de perros.
En este momento, Buck y John comienzan una verdadera aventura juntos en la que aprenden a convivir y sobre todo a cuidar el uno del otro.
Buck es un perro muy listo que sabe que John es un hombre con problemas de alcohol, y trata por todos los medios disuadirlo de seguir bebiendo.
Por otra parte, Buck necesita el calor de una persona humana a su lado, y por parte de su nuevo amigo recibe mucho amor y cariño. Ya que no lo trata como a un perro sino, como a alguien igual a él.
Esta película me ha hecho reflexionar mucho acerca del trato que reciben los animales. Muchas veces, no nos damos cuenta del gran apoyo que suponen para nosotros. Todo aquel que tiene un perro, estará de acuerdo conmigo en que, es el último en despedirse de ti cuando te vas de casa, y el primero en saludarte cuando llegas.
En este caso, Buck es un gran ejemplo de ello, y quizá sea por esa razón por la que me ha resultado tan tierna la película, porque nos muestra que, necesitamos a los animales a nuestro lado más de lo que queremos reconocer.
Es muy bonito ver cómo ellos mismos se sacrificarían por nosotros, pero también como nosotros llegamos a quererlos tanto que somos capaces de renunciar a ellos por verlos felices.
La llamada de lo salvaje es una película preciosa, pero a la vez, también es muy triste, estoy segura de que os llegará al corazón y os hará querer más (si cabe) a vuestra mascota.
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