Sofía es una joven soñadora que, por una serie de coincidencias, acaba adentrándose en el jardín de una casa por la que pasa todos los días y que le atrae irremediablemente.
Allí conoce a Cristian, el huraño a la par que misterioso chico que pasa las horas junto a la ventana de su habitación, que da al jardín.
Día tras día, se adentrarán juntos en una historia escrita por el padre de Sofía, que les transportará a una isla perdida en la que se elaboran los sueños humanos.
Mientras se sumergen en la historia, irán surgiendo sentimientos entre ambos que les eran desconocidos al tiempo que tendrán que enfrentarse a secretos y temores.
Hoy os traigo la Reseña de “El jardín de las sonrisas eternas” un libro escrito por Diana G. Romero y publicado por la editorial “Kiwi”.
En este libro conoceremos la historia de Sofía y Cristian, dos chicos que no se conocen en absoluto pero que están unidos por un pasado en común.
Cada tarde, tras terminar sus clases, Sofía recorría a pie la distancia que había desde la parada de autobús hasta su casa. Hacía aquel recorrido, que tenía cronometrado en ocho minutos, oyendo música en su móvil, completamente en las nubes.
Sin embargo, siempre tardaba un par de minutos de más. Los que pasaban mientras permanecía delante de aquella casa.
Sofía trabaja en la librería con su madre, y por eso, muchas veces, le toca llevar a los domicilios libros que la gente suele pedir, y en otras ocasiones acompaña a su madre a llevarlos.
Hoy es uno de esos días, pero éste en concreto, es un lugar especial, porque la casa a la que tiene que acompañar a su madre es la casa que tiene el jardín más bonito del mundo, un jardín en el que le encantaría entrar y perderse.
Cuando Sofía conoce a Teresa, la dueña de la casa, se le abre el mundo, porque ésta le ofrece pasar y conocer el jardín que siempre ha soñado con pisar.
Pero no todo es tan bonito como parece, porque cuando se encuentra rodeada de paz, en aquel jardín, conoce a Cristian, quien irrumpe en sus sueños con un carácter gruñón y maleducado.
Sofía, decide irse, y volver al día siguiente para ver si no se lo encuentra.
Al día siguiente, cuando Sofía vuelve al jardín comienza a leer una historia, pero no una cualquiera, sino una escrita por su padre, un escritor famoso, y muy reconocido, pero como no, Cristian vuelve a estar ahí, en la ventana de su cuarto, para incordiar a Sofía.
Pero Cristian, que a pesar de todo no es de hielo, no ha podido pasar por alto la belleza y el amor que desprende Sofía, y no duda en escucharla y pedirle que le siga leyendo la historia, pues al parecer la lectura amansa a las fieras.
Poco a poco nuestros dos protagonistas van a ir conociéndose, aunque Cristian guarda un gran secreto, uno tan doloroso y terrible que ha conseguido sumirlo en la mayor de las tristezas, pero Sofía va a entrar en su vida como un huracán para llevarse con ella todo lo negativo, y levantarle los ánimos.
Sofía volvió a guardar silencio tras la lectura del capítulo. Esta vez cerró el libro tras señalar el lugar por donde se había quedado su marcapáginas y lo puso junto a ella. Abrazó sus piernas y perdió la vista en el jardín, luchando por contener sus lágrimas. No había sido un buen día. Había pensado por un momento en no acudir al jardín, temiendo su estado de ánimo. Pero por otro lado, necesitaba hacer alguna actividad que la despistara. No podía quedarse en su habitación a lamentarse.
Bueno hasta aquí un breve resumen de la historia, ahora os contaré lo que me ha parecido.
La edición es de tapa blanda con solapas. En la portada, podemos encontrar a nuestra protagonista Sofía, con su libro en las manos sentada en el maravilloso jardín de las sonrisas eternas.
El título del libro, como os podéis imaginar, habla del propio lugar en el que se desarrollan la mayoría de los hechos, y he de contaros que ese nombre, “El jardín de las sonrisas eternas” se lo dan los propios protagonistas del libro.
Esta historia me ha fascinado desde el principio hasta el final, pues en este libro conoceremos dos historias diferentes que enlazarán las vidas de nuestros dos protagonistas de una manera inesperada.
La pluma de Diana G. Romero, es una pluma sencilla pero muy hábil, que ha conseguido engancharme y me ha permitido ver y sentir la gran belleza que esconde aquel maravilloso jardín.
Al día siguiente, tras las clases, Sofía hizo su habitual trayecto desde donde le dejaba el autobús escolar. Solo que esta vez no solo se detuvo frente a la casa que tanto le gustaba, sino que volvió a adentrarse en ella. Había pedido a su madre que, en lugar de hacer su habitual descanso en casa antes de comenzar los deberes, se detendría allí un rato, para luego ir directa a casa a hacerlos. El día anterior Teresa le había enseñado a abrir la puerta del jardín por dentro, de manera que no tuviera que tocar al timbre, para que ella pudiera ir al jardín siempre que quisiera.
El libro está narrado en tercera persona.
De los dos protagonistas, yo me quedaría sin duda con Cristian, pues es un chico con un pasado muy duro, y un presente mucho más duro todavía. Ha perdido toda esperanza y no tiene quien lo saque de ese vació tan grande que ocupa su corazón.
Sofía por otra parte, tampoco tiene una vida muy fácil, ya que sus padres están divorciados, y hecha mucho en falta a su padre que cada vez que tiene que escribir un libro se aísla y la abandona.
Este libro tiene dos historias diferentes, por una parte la historia de nuestros dos protagonistas, una historia en presente y real, y por otra parte, la historia escrita por el padre de Sofía, es decir, el libro que ella lee con Cristian todos los días.
Pero esto no queda aquí, porque la autora ha conseguido enlazar estas dos historias en una sola de una manera tan profunda e imprevisible que ha creado una conmovedora historia de amor y de reencuentros.
A pesar de que la historia que lee Sofía es pura ficción, para ella y para Cristian se convierte en un mundo paralelo que les va a unir en un final inesperado.
Este libro, ha despertado en mí muchos sentimientos, pues me he puesto en el lugar de Cristian, y las grandes decisiones que ha tenido que tomar, y me he sentido aterrada por lo que fuese a pasar, por la manera en la que Sofía reaccionaría. El personaje de Cristian sufre una gran evolución desde el comienzo de la historia hasta el final de la misma. Me atrevería a decir que conocemos a dos facetas completamente diferentes de nuestro protagonista, aunque nunca pierde su tirón y su fuerza.
Por otra parte, el vínculo que se crea entre estos dos personajes es tan bonito y delicado que me ha puesto la piel de gallina.
Contar esta historia no es nada fácil para Sofía, puesto que también lo está pasando fatal por la ausencia de su padre. Cuando ella era pequeña, él era su héroe, quién lo contaba los cuentos y la llevaba de la mano, ahora, ya se siente sola. Y la única persona capaz de hacer que esa soledad desaparezca es Cristian.
Cristian, sin embargo, no sale de casa, los profesores van allí a darle clases y la única persona con la que se relaciona es con Sofía, pero da la casualidad, que es la única a la que necesita.
Esta compentración y esta necesidad de sentirse cerca, es una de las cosas más bonitas y emocionantes del libro.
El final es lo más emocionante de todo el libro, tenemos un final con mucho sentimiento, completamente imprevisible, incluso os diré que hay una parte del mismo que me ha hecho llorar, porque he sentido esta historia formar parte de algo real, formar parte de mí.
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La psicóloga española Diana G. Romero es especialista en psicología infantil y trabaja como asesora escolar. En el ámbito literario, Romero publicó su primera novela infantil, Marejada, en 2012.
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