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Frases de Nosotros en la luna, de Alice Kellen

Alice Kellen nació en Valencia en 1989. Es una joven promesa de las letras españolas que acostumbra a vivis entre los personajes y las emociones que plasma en el papel. Sus historias son preciosas y cualquiera puede verse reflejada en las situaciones que nos narra en cada una de ellas.  Hoy queremos compartir con vosotr@s frases y reflexiones de uno de sus libros más queridos por sus lectores, Nosotros en la luna. (Si pinchas encima del título te llevará a la reseña del libro).

 

«Es imposible saber cuándo conocerás a esa persona que pondrá de golpe tu mundo del revés. Sencillamente, sucede. Es un pestañeo. Una pompa de jabón estallando. Una cerilla prendiendo. A lo largo de nuestra vida nos cruzamos con miles de personas; en el supermercado, en el autobús, en una cafetería o en plena calle. Y quizá esa que está destinada a sacudirte se pare junto a ti delante de un paso de cebra o se lleve la última caja de cereales del estante superior mientras está haciendo la compra. Puede que nunca la conozcas ni os dirijáis la palabra. O puede que sí. Puede que os miréis, que tropecéis, que conectéis. Es así de imprevisible; supongo que ahí está la magia. Y, en mi caso, ocurrió una noche gélida de invierno, en París, cuando intentaba comprar un billete de metro.»

 

«No sé cuántas veces me he preguntado a lo largo de mi vida qué habría ocurrido si me hubiera atrevido a besarla aquel día en el aeropuerto. ¿Cómo habrían sido nuestras vidas? ¿Habría cambiado algo? Era un «y si» lleno de incógnitas que siempre me acompañaría. Y ella. El choque de dos caminos, el suyo y el mío, incluso aunque no pareciesen estar destinados a compartir ese mismo tramo de París en el que nos encontramos, pero que, aun así, fue el comienzo de otro trayecto más largo: un desvío hacia la luna».

 

«¿Puedes enamorarte de alguien en unas horas?

¿Puedes olvidarlo después al cabo de otras tantas?»

 

«Alcé la cabeza hacia la luna y me quedé allí un rato, contemplándola y pensando, disfrutando de la soledad, de la sensación de que mañana estaría en otra ciudad, una mucho más cálida; de que seguía teniendo el control de mi vida. Porque, por aquel entonces, aún no sabía que era justo al revés; que la vida tiraba de mí y yo iba tras ella a trompicones, corriendo sin rumbo»

 

«Lo que intento decirte, Ginger, es que no deberías hacer nada que te haga infeliz. Ya sé que parece una frase motivadora de esas que se imprimen ahora en las camisetas de los grandes almacenes o en las tazas del desayuno, pero la vida es demasiado corta para no aprovecharla todo lo posible».

 

«Dicen que es durante los silencios cuando uno se da cuenta de que tiene delante a la persona adecuada. Yo pienso que es mentira. O que a esa afirmación le faltan matices. Un silencio puede ser cómodo, pero estar vacío. Y otros silencios pueden ser tensos, electrizantes, pero significarlo todo».

 

«Supongo que cada acto, cada detalle, cada decisión nos guía a un destino diferente, uno que a veces puede cambiarlo todo cuando menos te lo esperas».

 

«¿Puede haber algún tipo de soledad más triste que esa, Ginger? La de estar rodeado de gente, pero sentir que no hay nadie»

 

«Porque a veces algunos pequeños actos están destinados a marcar toda una vida o suponen un desvío en el camino que no estaba ahí segundos atrás. Ocurre, aunque ni siquiera seamos conscientes de esos momentos».

 

«¿No es curioso? Me refiero al hecho de que, al final, casi todo en esta vida sea una especie de cadena. Como las fichas de dominó, cae una y el resto lo hacen por inercia, pero supongo que siempre hay un impulsor, un primer desencadenante, aunque la mayoría de las veces ni siquiera lo pensemos».

 

«Yo no soy ninguna experta, pero creo que estar enamorado es algo más. Es sentir un cosquilleo en la tripa cuando la ves. Y no poder dejar de mirarla. Echarla de menos incluso teniéndola delante. Desear tocarla a todas horas, hablar de cualquier cosa, de todo y de nada. Sentir que pierdes la noción del tiempo cuando estás a su lado. Fijarte en los detalles. Querer saber cualquier cosa sobre ella, aunque sea una tontería. ¿Sabes, Rhys? En realidad, creo que es como estar permanentemente colgado de la luna. Boca abajo. Con una sonrisa inmensa. Sin miedo».

 

«Miradas. Palabras. Momentos.

Tres cosas capaces de cambiarlo todo.

Porque hay momentos que deberían desaparecer, esos de los que te arrepientes tanto que desearías poder viajar atrás en el tiempo y modificarlos; borrar las miradas llenas de rencor, ahogar las palabras que perforan, que crean agujeros, que te arrancan de tus raíces.

¿Quiénes somos sin raíces? ¿Cómo nos mantenemos anclados a la tierra? ¿Qué pasa cuando sopla el viento, te zarandea y no puedes sujetarte a nada que conozcas?».

 

«Es curioso cómo cambia la vida. Hay caminos que parecen rectos y de repente el suelo se resquebraja, aparecen grietas y ya es imposible seguir avanzando en esa dirección. Decisiones que hacen movernos de un lado a otro. Supongo que al fin y al cabo todo es un cúmulo de casualidades».

 

«El problema que tienen las grietas es que mantienen en pie algo que antes era sólido, no se abren lo suficiente como para que eso se desmorone. Pero están ahí. Están latentes. Y cuando llueve…, cuando llueve el agua se sale por todas partes».

 

«¿Cómo es posible que a veces unas palabras o una decisión aparentemente insignificante sean capaces de trastocar una vida entera? Debería aterrarnos caminar así por el mundo, pendiendo de un hilo tan fino… que como pierdas el equilibrio un segundo , solo uno, te darás de bruces contra el suelo».

 

«No solo somos lo que hacemos, sino también lo que no hacemos. Somos lo que decidimos, casi tanto como lo que callamos. Somos las preguntas que no nos atrevemos a pronunciar en la misma medida que esas respuestas que nunca llegarán y permanecerán eternamente flotando entre remolinos de miedo e incertidumbre. Somos la sutilidad de una mirada, la intimidad de una caricia suave, la curva de una sonrisa sincera. Somos momentos bonitos, instantes agridulces, noches tristes. Somos detalles. SOMOS REALES».

Tania

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Tania

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