Gracias a Suma de letras, por este ejemplar.
Cuando Caroline y Francis reciben una oferta para intercambiar su casa no lo dudan. Se están esforzando en recomponer su matrimonio y una semana a solas puede ser justo lo que necesitan.
Al abrir la puerta se encuentran con un lugar algo siniestro y casi vacío. Resulta difícil imaginar quién podría vivir allí. Sin embargo, gradualmente, Caroline comienza a descubrir algunos rastros de vida..., de su propia vida.
Las flores del baño o la elección de los CD de música podrían parecer inocentes a los ojos de su marido pero para ella son justo lo contrario: son pistas. Es como si la persona con la que han intercambiado vivienda fuera alguien a quien ella conoce, alguien a quien quiere olvidar.
Pero esa persona ahora está en su casa...
¿Te embarcarías en una experiencia donde intercambias tu casa para cambiar de aires? Ese es el detonante de esta adictiva historia, pues lo importante no es saber a dónde irás, sino quién irá a tu hogar.
El intercambio puede parecer un thriller con una historia sencilla sin mucha acción, aunque desde la primera página me atrapó en una angustiosa trama donde el pasado de los personajes ha dejado una huella tan intensa que ni ellos mismos saben cómo seguir adelante.
Esa mujer que hay junto al coche ha desaparecido como si tal cosa. No fui yo. No fui yo. La he dejado con él, y se ha ido para siempre.
La novela nos presenta a Caroline. Una mujer joven que no ha pasado por la mejor racha en su matrimonio, pero que parece dispuesta a seguir adelante. En una página web, llega a un acuerdo con otra persona para intercambiar sus casas. Es la oportunidad perfecta para cambiar de aires, para tomarse unas vacaciones por muy poco dinero e intentar salvar la relación con su pareja.
De este modo, Caroline llega con su marido a una casa desconocida. Una casa que desde el principio le resulta fría y algo siniestra. No parece un hogar. Apenas tiene elementos que demuestren que ahí vivía alguien. Sin embargo, los pocos detalles que encuentran están pensados para provocar en ella recuerdos de algo que intenta dejar atrás.
¿Por qué están haciéndole eso? ¿Qué esperan conseguir removiendo el pasado? Y, mejor todavía: ¿quién narices está viviendo en su casa?
La historia nos va sumergiendo en una familia completamente rota que intenta encontrar el modo de recuperar lo que tenía. Sentiremos la angustia, la desolación y el anhelo de una pareja que extraña lo que tenía a la par de que no deja de culparse de lo ocurrido.
Los giros estarán servidos dando vida a la trama. Casi en todo momento nos llevará en una dirección para luego cambiarnos las tornas en un giro bastante sorprendente que nos dejará alucinando. Además, se nota que la historia está perfectamente tejida, pues iremos viendo pinceladas sutiles que en principio apenas tendremos en cuenta o nos sugerirán otra cosa diferente. Pero en definitiva me ha sorprendido el modo de ir atando cabos y hacer que el lector siga las pisadas establecidas sin salirse del guion.
Cuando no está ahí, puedo recordar cómo era antes. Pero cuando estamos juntos, no hay escapatoria.
Los personajes en este thriller son más importantes que la propia historia. Para mi sorpresa, apenas tenemos de ellos, por lo que es muy fácil conocerlos y demasiado asombroso que un misterio de este calibre salga tan bien airado sin apenas nombres a los que señalar como sospechosos.
Los protagonistas de este drama ven morir los sueños, pierden la estabilidad y luchan contra marea solo para intentar coger aliento dejando de lado los sentimientos de los demás. No quiero deciros mucho, pues es muy fácil hacerse ideas sobre lo que nos depara el libro y lo mejor es ver cómo ese castillo de naipes se nos derrumba para descubrir la verdadera historia que nos tiene preparada la autora. En resumen, puedo deciros que los personajes de esta historia son unos perfectos mentirosos y su capacidad de obsesionarse con aquello que quieren es destructiva.
La pluma de Rebecca Fleet es sencilla y directa. Es muy fácil dejarse llevar por su prosa y meternos en la cabeza de los protagonistas. Los capítulos irán alternando presente y pasado y es que sin uno no podremos comprender el otro. El pasado se va desgranando con pausa, dejándonos ver solo lo esencial para hacernos una idea y luego tirárnosla por tierra. En serio, me encanta.
A lo mejor en cierto modo mi propio estrés es lo que está aflorando, emponzoñándolo todo.
Seguiré la pista de esta autora y os recomiendo su lectura mantiene la atención del lector durante cada una de sus páginas, intentaremos señalar culpables para más adelante justificar su comportamiento. Una montaña rusa de emociones que hará las delicias de los amantes del género.
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Rebecca Fleet se formó en Oxford y trabaja en marketing en Londres. The Exchange es su primera novela.
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