Una magnífica novela gráfica en la que Alfonso Casas aparca la ironía y nos ofrece toda su ternura.
A menudo el pasado deja cabos sueltos, asuntos por resolver, interrogantes que persiguen nuestro futuro. Esto es lo que le ocurre al protagonista de este libro, Dani. Justo antes de casarse, con el pretexto de un proyecto fotográfico sobre el paso del tiempo, viaja al pueblo costero donde solía veranear durante su infancia. Un lugar que hace veinte años que no pisa y que, a medida que avanza la historia, va revelando la importancia que adquirió en su vida, porque allí descubrió, entre otras muchas cosas, el profundo significado de la amistad. El viaje físico, pero sobre todo interior, que emprende Dani para tratar de dar respuesta a esa martilleante pregunta: «¿Y si…?» se articula en una historia conmovedora, dotada de una ternura excepcional, que aviva en nosotros la nostalgia por todo aquello que dejamos atrás.
En esta novela gráfica publicada por la editorial Planeta a través de su sello Lunwerg Editores, conoceremos a Dani, un fotógrafo que a pocos días de su boda se marcha de viaje al pueblo donde veraneaba de niño para hacer fotos a los lugares que recuerda de su infancia veinte años después y ver cuánto han cambiado, este es su proyecto para una exposición que hablará sobre la trascendencia y el paso del tiempo, aunque también una excusa para replantearse su vida antes de la decisión del “sí quiero”. Cuando se baja del autobús no tarda en descubrir que en este pequeño pueblo costero lo único detenido en el tiempo, además de sus recuerdos, es el mar.
“ME PREGUNTO C0MO ESTARÁN AHORA AQUELLO SITIOS QUE DESCUBRIMOS CUANDO ÉRAMOS NIÑOS Y QUE HICIMOS NUESTROS PARA SIEMPRE. O QUE OCURRIÓ CON AQUELLAS PERSONAS QUE FUERON TAN IMPORTANTES Y QUE LUEGO DESAPARECIERON DE MI VDA SIN DEJAR EL VACÍO QUE SE LES SUPONÍA”
A medida que los recuerdos del pasado afloren a su memoria, Dani empezará a añorar a su mejor amigo durante sus veranos, Pumuki. A partir de este viaje retrospectivo se replanteará su presente mientras se va encontrando con viejos conocidos hasta estar por fin cara a cara con su compañero de infancia antes de volver a Barcelona.
“AQUEL NO FUE EL FINAL DEL AGOSTO DE 1997. AQUEL FUE EL FINAL DE TODOS LOS AGOSTOS”
Tener en la mano este libro es una auténtica delicia, hay mucho mimo puesto en su edición y se nota ya que todos los detalles están muy cuidados. Es de formato grande pero cómodo de leer, está ilustrado a color completamente y tanto la sobrecubierta como algunas páginas interiores son transparencias que superponen unas imágenes a otras y las transforman. El uso del color es brillante, sus páginas huelen a veranos pasados con colores cálidos que pasan a la gama de grises cuando nos hablan del presente Es de esos tesoros literarios que quieres tener en tu estantería.
En una edición tan alucinante, la historia no podía defraudar. Los personajes están bien definidos y Alfonso con breves intervenciones y diálogos cortos, es capaz de marcar personalidades muy diversas.
“A VECES NO BASTA CON QUE DOS PERSONAS SE QUIERAN. SE TIENEN QUE DEJAR QUERER”
La trama es ágil y su punto fuerte es todo lo que transmite y remueve por dentro. Se devora en un suspiro y supone un viaje en el tiempo a tus propios recuerdos, a tus propios veranos. El autor ha dicho que no es una historia autobiográfica pero que la ha construido a partir de pequeños retales y experiencias reales, lo que facilita que entres en ella y la hagas tuya.
El final de todos los agostos nos traslada al pasado sembrando dudas en nuestro presente de como podría ser nuestra vida si hubiésemos tomado los caminos que decidimos dejar atrás.
“¿ALGUNA VEZ HAS PENSADO QUE A LO MEJOR LAS DUDAS QUE TODOS TENEMOS PODRÍAN SER ECOS DE OTRAS REALIDADES PARALELAS DONDE EN UN DETERMINADO MOMENTO ESCOGIMOS UN CAMINO DIFERENTE?"
Abrir esta novela es perderte en tu propio pasado. Te sumerges en sus páginas esperando una historia simple de amistades adolescentes y primeros amores y te encuentras una maravillosa reflexión acerca de lo que es hacerse adulto.
“CRECER ES UNA TRAMPA”
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