Gracias a NOCTURNA, por este ejemplar.
En la década de 1980, Art Barbara no era lo que se dice popular. Era un estudiante solitario que escuchaba hair metal, tenía que dormir con un monstruoso aparato ortopédico por su escoliosis y había iniciado un club extraescolar de voluntarios en funerales poco concurridos. Por eso fue una sorpresa cuando una chica se apuntó al Club de los Portaféretros y le dijo que era una idea genial. ¡Si hasta se llevó su Polaroid para hacer fotos de los cadáveres!
Vale, esa parte sí había sido un poco rara.
Como también lo era su obsesivo interés por una famosa tradición de Nueva Inglaterra que implicaba desenterrar a los muertos. Y había otras cosas extrañas que sucedían siempre que ella estaba cerca, algunas bastante inquietantes... Pero eran amigos, así que no pasaba nada, ¿verdad?
Décadas más tarde, Art intenta darle sentido a sus recuerdos escribiendo El Club de los Portaféretros. Sin embargo, lo que parecía la forma ideal de reconciliarse con su pasado tendrá consecuencias insospechadas cuando su vieja amiga lea el manuscrito.
Difuminando a la perfección las líneas entre la ficción y los recuerdos, lo sobrenatural y lo mundano, la nueva novela del autor de Una cabeza llena de fantasmas y La cabaña del fin del mundopinta el escalofriante retrato de una amistad tan inolvidable como perturbadora.
‘El club de los portaféretros’ de Paul Tremblay, vuelve a presentar una propuesta arriesgada que no se dirige a todos los públicos. No es solo que su narrativa sea densa o su modo de contar las historias sea demasiado peculiar, es que no termino de encontrar aquella emoción que viví con ‘Una cabeza llena de fantasmas’.
El autor se ha hecho un hueco en el género del terror, aunque yo no termino de verlo desde ‘Una cabeza llena de fantasmas’. Ahora cuentan con una peculiaridad y un tono difícil de coger en algunos casos. Soy consciente de su profundidad, pero en muchas ocasiones me estancaba.
En este caso nos encontramos con una especie de autobiografía donde Art Barbara narra su vida desde la década de los 80 hasta la actualidad. Nos cuenta lo solitario que era, sus problemas de salud, el estilo de música que le gustaba… El caso es que nos encontramos con un friki sin hobbys, pero muy inteligente.
Art decide iniciar ‘El Club de los Portaféretros’, un club donde el objetivo es acudir a los funerales de las personas que no tenían a nadie en la vida y ser esas personas que les dan el adiós. Esto nos deja unas escenas muy entretenidas y cargadas de humor negro, el problema es que se me hicieron cortas. El asunto que da título al libro es con el que se inicia, pero el que menos se explota.
Supongo que el motivo que nos lleva a este título es que en ese club es donde Art encuentra a esa persona que lo acompañará el resto de su vida: Mercy Brown.
Mercy será quien lea la autobiografía de Art por primera vez y quien le de ese toque especial al libro con sus anotaciones y comentarios.
Lo cierto es que nos encontramos con una edición súper especial. Contiene mogollón de anotaciones en los márgenes y una carta llena de anotaciones al final de cada capítulo. Esto nos da un punto de realismo y originalidad que me encantó, de hecho son mis partes favoritas del libro.
La pluma de Paul Tremblay es muy especial, de eso no queda la menor duda. Sin embargo, el encontrarnos con un lenguaje denso y mucha escasez de diálogos hizo que me agobiara. Se avanza en el tiempo con rapidez, pues recorremos varias décadas, pero todo el tiempo tenemos la misma sensación de estancamiento.
No fue hasta el final que la historia comienza a tomar sentido. Es una de esas novelas que se crecen con un final inesperado que automáticamente le da suma valor, el problema es que hay que llegar hasta ese momento y en ocasiones es todo un reto.
Esperaba una historia con más toques sobrenaturales. Tiene algunos, pero son muy escasos y siempre cuentan con un giro que te hacen dudar de si es real o si el protagonista vivió una secuencia de alucinaciones. Solo atarás cabos cuando alcances las últimas páginas.
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