Un inicio desconcertante y un recorrido que nada tiene que ver. Esta mini serie carece de sentido en parte del hilo argumental, pero engancha al espectador de forma increíble.
La historia comienza cuando Lucía, interpretada por Inma Cuesta, despide a su marido en el aeropuerto, pues José debe viajar por trabajo. Sin embargo, el avión sufre un terrible accidente y ahí comienza la pesadilla de nuestra protagonista, quien descubre que su marido no se encuentra entre la lista de víctimas. Él nunca subió a ese avión.
Ahí es cuando comienza una amarga y desesperante búsqueda que termina bruscamente cuando José aparece una noche maniatado en la puerta de su casa contando una historia apenas creíble.
Lucía descubre que la angustia vivida al temer la muerte de su marido no ha terminado. La pesadilla no ha hecho más que empezar, pues los oscuros secretos de su marido pondrán en peligro a toda su familia, pero la constante desconfianza pondrá al límite su cordura.
Podéis ver que la historia se plantea de una forma y termina desarrollándose de otra diferente. Quizás ese fue el motivo principal de su descenso de audiencia, aunque en mi caso tras alcanzar el ecuador de la serie terminé enganchada, más que por los giros o sorpresas (los cuales apenas hacen acto de presencia) por el impresionante papel que desarrolla la protagonista.
Por otro lado, vemos a Alain Hernández, quien no tuvo tanto protagonismo como merecía su personaje. Cuando parece que se asienta en los episodios ocurre algo y vuelve a retroceder. A Berta Vázquez no terminé de creerla del todo y al gran Eusebio Poncela sentí que pasaba a ser de un mafioso a alguien que no sabe lo que hace. Ese hombre encarna al villano principal y, personalmente, sentí que a su personaje le faltaba profundidad, algo para lo que el actor está más que preparado pues en algunas escenas deja ver esa falta de alma que muestran todos los villanos. No todo puede ser amenazar por las esquinas.
Pese a la falta de coherencia, la producción consigue entretener y enganchar al espectador. Inma Cuesta nos hará reír, llorar y desesperarnos con su maravillosa interpretación y alcanzaremos un final donde no sabemos si decir o no adiós, pero donde la tensión y las emociones estarán servidas.
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