Durante años el Sr. Meacham, un viejo tallador de madera, ha fascinado a los niños de la región con sus cuentos acerca de un feroz dragón que reside en lo más profundo de los bosques del Noroeste del Pacífico. Para su hija Grace, que trabaja como guarda forestal, estas historias no son más que cuentos para niños… hasta que conoce a Peter. Peter es un misterioso niño de 10 años que no tiene familia ni hogar, y que asegura que vive en el bosque con un gigante dragón verde llamado Eliott. Con la ayuda de Natalie, una niña de 11 años cuyo padre es dueño de la serrería local, Grace partirá en busca de respuestas que averigüen de dónde viene Peter, cuál es su verdadero hogar y la verdad acerca de ese dragón.
No confiaba mucho en ir a ver esta película, pues no parecía una gran superproducción de Disney y ya sabemos lo que ocurre con estas cosas. No había visto demasiado revuelo ni mucha publicidad, así que me estaba pasando muy desapercibida, pero andaba con mono de ir al cine y la verdad es que es de lo que más me llamaba la atención de la cartelera. Supongo que se ha visto tapada por otros estrenos mucho más esperados.
Peter es un niño que vive en el bosque con su amigo Elliot, su relación va más allá de una amistad, cuidan el uno del otro desde que Peter se quedó solo en el bosque. Lo curioso de la historia es que Elliot es un dragón que vive allí y forma parte de un montón de leyendas contadas en un pueblo cercano. Como historia, recuerda a muchas otras en las que un niño se hace amigo de un ser fantástico, historias como E.T, King Kong, o incluso las recientes Tarzán y El libro de la Selva se reflejan en acciones de la historia. Pero no por ello va a dejar de emocionar. Al principio cuesta un poquito entrar en el juego, tardas en cogerle cariño a los personajes, pero una vez lo haces, el final avecina lagrimas. No hay nadie como Disney para llegar a nuestro corazón.
Como remake no puedo deciros, es una película de Disney que si la he visto no la recuerdo, por lo que es como si hubiera visto la película de nuevas. Con esto tengo que decir que la creación del dragón me parece sensacional. Sin ser precioso ni terriblemente feo, se asemeja al de dibujos y presenta un aspecto dudable, no sabes si es bueno o malo en realidad. Pero Disney ha conseguido que con sus acciones y sus puntos de humor, nos den ganas de darle un buen abrazo a este gigantón peludo. Parece un gatito gigante y verde. Y no es de extrañar, pues el director reconoció que se fijo en acciones que hacía su gato por la mañana para crear los movimientos del dragón.
El personaje principal interpretado por Oakes Fegley está bien pero no he podido evitar pensar que podían haberle sacado algo más de partido. Pero esto me ocurre con la película entera, se queda a medio camino en casi todo. Es una película tierna y simple, sin excesos dramáticos ni excesos cómicos, esto hace que le falte algo de profundidad y el cuerpo nos pida un poco más de todo. Aún así, Disney sabe sacar sus armas y consigue emocionarnos al final de la cinta (a no ser que te toque un niño llorón y protestón con una madre impasible...)
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