Tras su divorcio, Sarah decide mudarse junto a su hija adolescente Elissa a la casa de sus sueños en un pequeño y apartado pueblo rural. Todo parece perfecto en su nueva vivienda, lejos del mundano ruido de la ciudad. Sin embargo, su nuevo hogar se encuentra situado frente a una casa donde se produjo un doble asesinato. Los acontecimientos inexplicables comienzan a suceder y todo se complica cuando la joven conoce al chico que vive en esa casa, Ryan, un chico introvertido y misterioso que sobrevivió a la masacre…
La casa al final de la calle nos trae un film que intenta camuflarse en el género terrorífico, pero que finalmente no lo consigue. Aun así, nos encontramos frente a una película de sobremesa que cuenta con una ambientación bastante lograda y un reparto de lujo.
Al principio nuestra protagonista cree que en aquella casa no vive nadie desde la tragedia, pero pronto descubrirá que el hijo mayor del matrimonio, Ryan, sobrevivió a la masacre y vive allí aislado del pueblo, pues nadie quiere acercarse a él.
La película consigue mantenerte en alerta haciendo hipótesis para ver por dónde pueden salir los acontecimientos, el problema radica en que muchas de las situaciones están cargadas de clichés y pueden recordarnos a otras películas más conocidas.
El argumento es algo limitado y los productores tenían poco material para crear una historia compleja que pudiese complacer a los más exigentes, pero creo que se puede compensar con su sorprendente final, el cual me pilló totalmente desprevenida, la ambientación, la cual es perfecta en muchas ocasiones, y el gran papel de su reparto.
Jennifer Lawrence da vida a Elissa, una joven un poco rebelde que intenta seguir su camino sin tener en cuenta la sobreprotección que pretende darle su madre. Elissa llegará al pueblo y hará amistades con facilidad, aunque no congeniará bien con algunos habitantes de allí y por ello irá acercándose poco a poco a Ryan, el chico que sobrevivió a la masacre de su familia. Personalmente me gustó mucho la actuación de Lawrence, creo que se crece en las escenas en solitario y la pobreza del guion merma su capacidad en algunas secuencias, aun así, es un personaje fuerte, decidido, con personalidad y capaz de tomar sus propias decisiones, aunque a veces pueda equivocarse.
Max Thieriot interpreta a Ryan, un joven misterioso con un oscuro pasado y un presente muy confuso. Dudaremos de este personaje en más de una ocasión y su historia será la que consiga que no nos despeguemos de la pantalla. Personalmente me gustó mucho la actuación de este personaje, al cual no tenía el placer de conocer hasta el momento. Su cóctel de vulnerabilidad, simpatía e intriga es perfecto para lo que requiere su papel.
Para terminar, observamos que la fotografía es adecuada y la ambientación una auténtica pasada para narrar la historia. Por otro lado, la música es muy acorde para acompañar las escenas y resulta incluso sorprendente en algunas ocasiones.
En conclusión, La casa al final de la calle nos intenta vender una película de terror que no pasa del suspense. Aun así, cuenta con un buen reparto, una ambientación adecuada para la historia y un giro de tuerca al final que puede sorprender. No nos encontramos frente a una película que haga historia, pero es perfecta para pasar un rato entretenidos en una noche de fin de semana.
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