Después de la muerte de su esposo, Norma Bates compra un motel en la pintoresca ciudad costera de White Pine Bay, ella y su hijo adolescente Norman se dan la oportunidad de comenzar de nuevo. Sin embargo el pueblo no es tan tranquilo como parece.
¿Hasta dónde puede llegar el vínculo de una madre y un hijo? ¿Una madre podría ignorar cualquier cosa por mantenerlo a salvo?
La historia nos presenta a Norma Bates y su hijo adolescente Norman. Ambos llegan a White Pine Bay huyendo de algo que no quedará muy claro en un principio. Su intención es regentar un modesto motel de carretera que han conseguido por muy poco dinero.
Desde el principio nos percataremos que la relación madre e hijo es como poco peculiar. El modo en el que se miran, la actitud que tienen… Podría verse como algo incestuoso en más de una escena, sin embargo, se suele relajar posteriormente con algún que otro detalle que no hace otra cosa que restar dramatismo a la trama.
Sin embargo, cuando las temporadas van avanzando, podremos ser testigos de cómo esa relación que mantienen los consume hasta el punto de mezclar realidades y no ser conscientes de lo que de verdad está ocurriendo.
Si nos remontamos a la original Psicosis, de Alfred Hitchcock, nos daremos cuenta de que en un principio la trama de la serie intenta ser suavizada en más de una ocasión. El gran clásico cuenta con una actitud más agresiva y despiadada, algo que podremos apreciar en las últimas temporadas con algún que otro guiño bastante fiel. La esencia está en seguir la evolución de los personajes, sobre todo de Norman, quien sufre un trastorno bastante severo y peligroso.
La trama argumental está bien construida. Los pequeños bloqueos que sufre Norman en un inicio no serán nada comparados con lo que alcanzan en un final y ver la evolución de su enfermedad, el modo en el que se agrava y la incapacidad de los que lo rodean por ayudarlo será pura adicción. Lo mejor de todo es que esa incapacidad para tomar medidas no es tal por dejadez o falta de interés, es justo lo contrario, la familia de Norman intenta cerrar los ojos frente a la evidencia y sufre por no poder ayudarlo dentro del entorno familiar. Destaco sin duda el papel de Norma, su madre, quien se consume viva ante el miedo de decepcionarlo o alejarlo de ella.
Como os dije en el artículo anterior, me alucinó la imagen y la época en la que se sitúa la historia. Recordemos que Psicosis se rodó en 1960 por lo que en principio esperábamos que la historia de la serie se basara en la época, sin embargo, la producción tomó la decisión arriesgada de anclarse en el presente. No obstante, han jugado sus cartas con maestría, pues cuando entramos en el Motel Bates sentiremos que retrocedemos unas cuantas épocas gracias a su anticuado mobiliario y el estilo de Norma, el cual fácilmente podría aparecer en la película original.
El reparto es reducido en sus principales, pero acertado. Vera Farmiga se mete en la piel de esta madre desesperada y capaz de cualquier cosa con tal de proteger a su pequeño. Su belleza se mezcla junto con esa expresión desconcertante que la acompaña en todo momento no hará otra cosa que descolocarnos. Cuenta con notas cómicas que se van diluyendo conforme la serie avanza, conforme su agonía aumenta, aunque no suele perder la sonrisa y la esperanza.
Con respecto a Freddie Highmore solo diré que tiene una capacidad de variar con tan solo una mirada admirable. Es complicado saber qué pasa por su cabeza, aunque el personaje invita a descubrirlo, a investigarlo y a no perder detalle. El actor hace un trabajo notable dejándose llevar en cada escena e incitándonos a seguirlo sin perder detalle.
En definitiva, Bates Motel cuenta un clásico de forma correcta y con un reparto notable. Las tramas secundarias son algo prescindibles, pero la central me dejó completamente atrapada en una mente inestable, obsesiva y letal.
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