Alice Kellen nos cuenta cómo nació ‘33 razones para volver a verte’

Alice Kellen nos deja esta semana una carta donde nos habla de una de las novedades de 2016 más esperada: 33 razones para volver a verte. En esta carta nos cuenta cómo ha nacido su última novela, la cual está apuntito de salir a la venta y promete dejarnos cientos de emociones para reir, llorar y enamorarnos una y otra vez.

‘33 razones para volver a verte’ será publicada por Titania y saldrá a la venta el próximo 11 de abril, pero ya puedes reservar tu ejemplar comprándolo en preventa.

No dejes de leer sus palabras, pues solo consiguen aumentar la ansiedad por tener entre nuestras manos esta preciosa historia.

Aquí os dejamos las maravillosas palabras que la autora ha regalado a Entre Metáforas:

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La idea de «33 razones para volver a verte» nació durante el verano del 2014 y lo único que tenía claro por aquel entonces era que me apetecía escribir una historia de amor entre dos personajes que se conociesen y fuesen amigos desde pequeños pero que, ahora, en la actualidad, se odiasen. Lo que ocurrió en el pasado y les separó, es la premisa principal de la que parten todos los demás hilos de la trama.

Reconozco que es quizá la novela que menos pensé antes de lanzarme a escribir. Me pudo la impaciencia. Y supongo que, por eso, he invertido después muchas más horas de lo habitual en la corrección e incluso terminé reescribiendo escenas enteras, cosa que nunca suelo hacer. Me resultó complicado manejar el tono de la historia, ya que cambia un poco porque los personajes también lo hacen y, además, se les va conociendo desde la más tierna infancia hasta ya pasada la adolescencia, y quería que el narrador se adecuase a cada momento, a pesar de estar contada en tercera persona.

¿Y qué más puedo adelantar sin desvelar nada importante…? Es la primera entrega de la serie, llamada «Volver a ti», y la historia de Rachel y Mike está llena de reproches, de recuerdos, de nostalgia, tensión, pecas y estrellas. Ambos son personajes difíciles, de esos que cometen mil errores y con los que no todo el mundo conseguirá empatizar. Rachel tiene bastante de mí; es testaruda, reservada y le molesta mucho la idea de tropezar con la misma piedra. Mike es contradicción, carencias; está marcado por su pasado y no sabe «querer» como los demás.

En «33 razones para volver a verte» quise crear dos protagonistas diferentes y hablar de la amistad, el perdón, los amores imperfectos, la soledad, la pérdida… y de esas decisiones que a veces marcan un antes y un después en la vida. ¡Ah! Olvidé decir que está ambientada en San Francisco, que es una de mis ciudades preferidas, y todos los escenarios que aparecen son reales y me encantan. Espero que estos ingredientes despierten curiosidad y que los lectores se animen en abril a descubrir esas 33 razones por las que Rachel y Mike deben volver a verse.

Mike, Rachel, Luke y Jason han sido amigos inseparables desde pequeños. Pero sus caminos se alejaron cuando Rachel cometió el error de enamorarse del chico equivocado, Mike, que terminó traicionando a la única persona que siempre estuvo dispuesta a arriesgarlo todo por él.

Cinco años después, el destino vuelve a unirlos; pero ahora Rachel ha cambiado, es tan arisca como su gato Mantequilla y ya no se permite confiar en nadie. Por eso, a pesar de estar a punto de ser desahuciada, lo último que desea es dejarse convencer para mudarse con ellos. ¿Cómo podría mantener su corazón intacto y a salvo viviendo bajo el mismo techo que Mike? Sabe que esconde secretos y que su mirada gris es capaz de despertar todos los recuerdos que ella lleva tanto tiempo intentando olvidar.

Por si la carta fuera poco incentivo para desear tener este libro en nuestras manos, la autora nos regala un fragmento de una de las escenas más bonitas de la historia:

 

—¡Vamos, pecosa! Sé que matarías por una loncha de beicon. Te conozco.

«No me conoces una mierda», pensó. Pero no pudo evitar echar un rápido vistazo a la comida y, finalmente, ignorando la satisfacción que se dibujó en el rostro de Mike, cogió el plato y dividió en dos el ingente desayuno. Se puso un trozo más de beicon. Por las molestias. Y por fastidiarle un poco, porque sabía que era lo que más le gustaba a él.

Comieron en silencio durante unos minutos.

—¿Qué tienes pensado hacer hoy?

—Cosas.

—¿Qué cosas?

Tragó con dificultad.

—Cosas que se hacen en soledad. Como leer emails o salir a correr.

—Te acompañaré.

—Prefiero ir sola. Gracias.

—¿Y si te pierdes?

—¿Cómo voy a perderme, Mike? —Apoyó un codo sobre la mesa—. ¿Crees que soy medio lela o algo así? Cuando pienso que ya no puedes sorprenderme más…

—Lo único que creo es que no conoces bien la zona. Eso es todo. —La miró con curiosidad—. ¿Cuántos kilómetros corres?, ¿dos?, ¿tres? ¿Y si te alejas demasiado y luego no sabes volver?

—Diez. Mínimo diez.

—¿Diez?

—Eso he dicho.

—Hum… —Mike la miró de arriba abajo, repasando las curvas de su cuerpo y consiguiendo que se encogiese un poco sobre sí misma—. Suena interesante. Eso explica muchas cosas… —aprobó tras el escrutinio.

Rachel dejó escapar un bufido. No entendía que después de todo siguiese comportándose de un modo tan atrevido, como si todavía tuviese derecho a mirarla de ese modo, de ese modo tan intenso y tan… tan desconcertante. Ya no eran ni siquiera amigos. Ahora no eran nada.

Por su culpa. Él lo había roto todo.

¿Conocéis alguna de las historias de Alice Kellen? ¿No os morís de ganas por conocer a los personajes de esta increíble historia?

 

Avisamos desde aquí a todos los autores que quieran publicar sus cartas en Entre Metáforas, que nos envíen un e-mail a duna86ms@gmail.com
Duna
"Hasta Steven Spielberg superó su complejo de Peter Pan"

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